La teniente Omaira Martínez es realmente una inspiración. Con solo 12 años en el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), ha demostrado  tener entrega, resiliencia y valentía, cualidades que la convierten en un modelo a seguir para las mujeres de la institución policial.

Oriunda del distrito de Chiriquí Grande, en la provincia de Bocas del Toro, Martínez ingresó a las filas del Senafront en 2013 tras graduarse con el primer puesto de honor de la promoción #13 de agentes guarda fronteras. Sin embargo, sus deseos de superación y de apoyar a su familia la llevaron a aplicar a una beca para formarse en la Escuela de Carabineros de Chile.

En 2018, después de cuatro años de estudios y una innumerable cantidad de pruebas físicas y militares, regresó a Panamá con el rango de subteniente. Sin perder tiempo, comenzó a labrar su camino hacia grandes logros.

Dos años más tarde, en 2020, ya completamente adaptada a sus responsabilidades en el Senafront, Martínez realizó el curso de motorizado, convirtiéndose en la primera oficial femenina en formar parte de esta unidad operativa.

Además, asumió el rol de instructora en el curso de jefe de patrulla en la escuela de formación de agentes guarda fronteras y, actualmente, ya con las dos barras de teniente en su uniforme es la jefa del Grupo de Reacción Inmediata Motorizado (GRIM) de Panamá Este.

“Actualmente tengo 90 unidades bajo mi mando, lo que me ha permitido desarrollar un liderazgo activo con mis compañeros. Además, mantengo una capacitación constante en el idioma inglés. Participé en un curso de seis meses en la institución y logré el primer lugar. He aprovechado todas las oportunidades que me ha brindado el Senafront para liderar, inspirar y ser parte activa en la toma de decisiones”, dijo Martínez, quien actualmente, también representa al Senafront en la iniciativa “Mujer, Paz y Seguridad” de la ONU.

 La única Panajungla

En 2024, la teniente decidió aceptar el desafío del VI Curso Panajungla Fronterizo y logró graduarse, convirtiéndose en la primera mujer en completar este exigente programa. De los 80 uniformados que comenzaron el curso, solo 12 recibieron su diploma al mes siguiente.

“En ese mes, los instructores nos enseñaron a hacer fuego, cazar nuestra comida, obtener agua de la naturaleza, construir balsas, brindar primeros auxilios y todas las técnicas necesarias para sobrevivir en caso de quedar perdidos en la selva. También aprendimos cómo ayudar a un compañero o a un civil herido”, relató Martínez.

El  curso Panajungla es uno de los más rigurosos de la fuerza policial panameña. Las pruebas son en diversas zonas de la selva tropical, específicamente en la ribera del río Teribe, en Bocas del Toro.

“La mujer fronteriza tiene todas las capacidades y habilidades para trabajar en cualquier unidad a la que sea asignada. Si yo pude lograrlo, las demás que lo intenten también lo lograrán”, concluyó la teniente.