En el silencio de la noche del Martes Santo, las calles del barrio histórico de San Felipe se llenaron de solemnidad y recogimiento. La suave brisa circuló entre aquellos que, con paso firme y marcial, se unieron en una marcha que lleva consigo el peso de la memoria y la gratitud hacia quienes dieron su vida por la paz y la seguridad de Panamá.

La historia se entrelaza en cada paso, mientras el eco de una nueva tradición comienza a resonar en Panamá. El 24 de octubre de 2024, el Ministerio de Seguridad Pública y la Arquidiócesis de Panamá firmaron un compromiso que dio vida a la “Hermandad del Cristo de la Buena Muerte”, junto con una procesión que, cada Martes Santo, rinde homenaje a los policías caídos en cumplimiento de su deber.

Esta marcha, encabezada por el ministro de Seguridad Pública Frank Abrego, el viceministro Luis Felipe Icaza, el secretario general Juan Carlos Rodríguez, así como por directores de los estamentos de seguridad, el director del Servicio Nacional de Migración, del SUME y del Servicio de Protección Institucional, reunió a uniformados y civiles en una procesión significativa.

Este acto, anclado en la memoria de las familias que sufrieron la pérdida de un ser querido, es un canto silencioso pero profundo en las calles, donde cada rostro es testigo de respeto y admiración. No es solo un tributo a la valentía de aquellos que se entregaron por la paz, sino también una promesa de que su sacrificio no será olvidado.

La banda de música de los estamentos de seguridad y del Servicio de Protección Institucional (SPI) marcó el ritmo de la procesión. Cada nota vibró como un símbolo de unidad. Los asistentes, que colmaron las calles, se envolvieron en música y respeto, conectándose con la memoria de los caídos.

Una misa solemne, presidida por monseñor José Domingo Ulloa, elevó plegarias y bendiciones en ese espacio sagrado donde lo terrenal y lo divino se encuentran, para recordar a quienes partieron de este mundo.

El evento culminó en la Plaza de la Independencia, donde un grupo de uniformados de los estamentos cargó la imagen de Cristo crucificado al compás de la emotiva canción “Mi bandera”.

El Martes Santo será más que una fecha marcada en el calendario; se convertirá en el inicio de una tradición que, con el tiempo, será un símbolo de unidad y amor por la patria. La memoria de los caídos no solo vive en los recuerdos, sino también en la marcha constante de un pueblo que honra a quienes, con su sacrificio, legaron paz y seguridad.